Lic.
Federico Alegre
1.
Importancia de la cartografía
El desarrollo tecnológico ha evolucionado
de tal manera que actualmente ofrece la capacidad de satisfacer las necesidades
de información geográfica en cualquier momento, en cualquier lugar y en
cualquier formato. Es por ello que los avances en la tecnología permiten adquirir,
analizar, relacionar, modelar y suministrar información referida a la
superficie terrestre como así también de las complejidades que resultan de la
interacción del hombre con el ambiente.
Referirse al término cartografía trae
aparejado el concepto de geografía en
sus diversas concepciones, apreciándose su
importancia y la utilidad de la información geográfica.
En el marco de estas premisas, la
cartografía como expresión de información geográfica ha sido y es un recurso de
expresión gráfica inseparable de la noción que el hombre tiene acerca de su
entorno geográfico.
Los
sistemas de información geográfica (SIG) son herramientas de gran utilidad para
la elaboración de cartografía, con la característica de facilitar la
incorporación de datos digitales para el análisis espacial. Dichos sistemas son
de gran utilidad para el ordenamiento territorial y la gestión de riesgos,
donde estos tres conceptos están íntimamente relacionados y se complementan
entre sí.
La cartografía para temas de riesgos implica delimitar áreas
en donde las personas y los recursos naturales y humanos son propensos de verse
afectados por la ocurrencia de un fenómeno perjudicial, ya sea natural o antrópico.
Es importante destacar que la elaboración de un mapa de
riesgo es un documento «vivo»
(Vallejo Villalta, 2000) y requiere la actualización
periódica que recoja las sucesivas modificaciones en los niveles de riesgo
existente. En este sentido los sistemas de información geográfica son
herramientas de incuestionable valor puesto que permiten integrar documentos de
distinta escala, naturaleza y procedencia.
En la planificación y ordenación del territorio, es de
primordial importancia, que los riesgos existentes sean valorados, y que dicha
valoración pueda cartografiarse a una escala apropiada, para conseguir una
visión espacial de las zonas más vulnerables y aquellas más seguras del
territorio a ordenar. A partir del mapa de riesgos, los usos proyectados, como acción
preventiva de carácter no estructural, pueden localizarse en los sectores más
idóneos, dejando como «zonas de especial protección» aquellas áreas
susceptibles de sufrir eventos destructivos. (García-Hernán y Hernández Ruiz,
2000). La identificación y evaluación de
los riesgos deben constituir un documento de primer grado en la ordenación del
territorio.
Por último, las ventajas y oportunidades que ofrecen las
herramientas tecnológicas de información espacial pueden aprovecharse para reducir
las carencias de datos específicos, o para agilizar análisis espaciales que por
medio de técnicas tradicionales resultarían más complejos o imposibles de
realizarlos.
2. ¿Qué se entiende por Ordenamiento
Territorial?
Se trata de una
función pública que responde a la necesidad de controlar el crecimiento
espontáneo de las actividades humanas y los problemas y desequilibrios que este
crecimiento provoca, en la búsqueda de una "justicia socioespacial" y
una calidad de vida que trascienda el mero crecimiento económico. (Gómez Orea,
1994).
La ordenación del
territorio es un proceso planificado y una política de Estado, de naturaleza
política, técnica y administrativa, que está al servicio de la gestión
ambiental y del desarrollo. Busca organizar, armonizar y administrar la
ocupación del espacio de manera que se puedan prever los efectos que provocan
las actividades socioeconómicas y precisar los medios y líneas de acción
apropiados para alcanzar los objetivos y prioridades de desarrollo, en un todo
conforme con las nociones de uso sostenido y de viabilidad de uso y con los
objetivos superiores del bienestar social, de la calidad de vida y de la
valoración del medio ambiente. (Méndez, 1990).
Aunque uno de los
conceptos más aceptados y utilizados es el proporcionado por la Carta Europea de la Ordenación del Territorio (Bruselas, 1993), en
la que se establece que la Ordenación del Territorio es la expresión espacial
de la política económica, social, cultural y ecológica de toda la sociedad,
concebida en un enfoque global, cuyo objetivo es el desarrollo equilibrado de
las regiones y la organización física del espacio siguiendo un concepto rector.
Pero también es una disciplina científica y una técnica administrativa porque
tiende a ejercer una acción voluntaria de intervención en los diferentes
aspectos que involucra un modelo de organización territorial.
Mientras que la Ley
8051 de la provincia de Mendoza la define como la expresión espacial de la política económica, social, cultural
y ambiental e instrumento de planificación y gestión. Es de carácter
transversal y afecta las normas de carácter básico o general y todas aquellas
que tienen que ver con el funcionamiento y administración del territorio,
siendo sus principios básicos la coordinación y subordinación de las políticas
sectoriales, destinada a configurar, en el corto, mediano y largo plazo la
organización y uso del territorio acorde con las potencialidades y limitaciones
del mismo, las expectativas y necesidades de la población y los objetivos de
desarrollo sustentables, como principio rector.
Por
lo tanto, la ordenación territorial es una disciplina que busca distribuir
geográficamente de la manera más adecuada a la población y sus actividades en
función de la disponibilidad de recursos para mejorar la calidad de vida de sus
habitantes.
3. ¿Qué se entiende por Riesgo y Gestión de riesgos?
Existen numerosas definiciones sobre riesgo aunque
básicamente se puede resumir en que es la probabilidad de daño a una comunidad debido
a la ocurrencia de un determinado fenómeno. Principalmente son las condiciones
sociales las que originan el riesgo, ya que un fenómeno natural por sí solo no
puede considerarse una amenaza si no hay población vulnerable expuesta. Es
decir que el riesgo es la sumatoria de la amenaza con la vulnerabilidad. Por
otro lado, la gestión del riesgo implica la evaluación y el análisis del
riesgo, al igual que la ejecución de estrategias y de acciones específicas para
controlar y reducir el dicho riesgo.
En los
comienzos del siglo XXI, los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron
la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD) en el año
2000, como mecanismo de seguimiento al Decenio Internacional sobre la Reducción
de Desastres Naturales (DIRDN) 1990-1999. La EIRD es un sistema de alianzas,
compuesto por una amplia diversidad de actores, con el principal objetivo de
generar y fomentar un movimiento global para la reducción del riesgo de
desastres.
En
la Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres, llevada a cabo en Kobe,
Japón en enero del año 2005, se aprobó el Marco de Acción de Hyogo (MAH) para 2005-2015: Aumento
de la resiliencia de las naciones y las comunidades ante los desastres. Dicho
convenio fue firmado por 168 gobiernos, entre ellos el de Argentina.
A
modo de ejemplo del valor de la cartografía en la gestión del riesgo se muestra
una carta del Gran Mendoza ( fig. 1). El objetivo de esta carta es mostrar las
áreas geográficas con posibles impactos generados a partir de la localización
de basurales a cielo abierto. La información generada en este caso en
particular colabora en la toma de decisiones de las autoridades
correspondientes en acciones preventivas y de control en la actividad de los
basurales.
Es
decir que se utilizó cartografía para establecer futuras medidas tendientes al
ordenamiento territorial, en este caso, de la localización de los basurales con
el fin de minimizar los riesgos ambientales que pueden afectar a las
comunidades vecinas ocasionados por la basura. En este caso, los basurales son
considerados posibles causa riesgo de
desastre (emanación de sustancias tóxicas, incendios, contaminación de
acuíferos, etc.).
Fig. 1 Los basurales
pueden ser fuente de riesgo de desastre
Fuente: Lic. Federico
Alegre
Día tras día vemos que hay cosas que se hacen incorrectamente. Todo está en nuestras manos, desde lo apocalíptico a lo ideal. Lo primero es inevitable si no actuamos, y lo segundo será una realidad si sabemos actuar.
Fuentes:
MURÚA,
Gustavo, 2005. La valoración de los
riesgos en la ordenación del territorio: metodología práctica. Boletín
A.G.E. nº40.
ROBLEDO,
Silvia y otros, 2013. Manual de
educación sobre riesgos ambientales. El caso de Cuyo. S.E.C.yT, inédito.
RODRÍGUEZ,
Claudia; REYES, Sonia, 2008. Propuesta
metodológica para la elaboración de un plan de ordenamiento territorial
sustentable. Pontifica Universidad Católica de Chile.
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