Reflexionar
sobre la fragilidad del planeta tierra y las posibilidades que tienen los seres
humanos – mujeres y hombres, niños y la juventud – de organizarse para
enfrentar las vicisitudes de la vida, más que una necesidad, es un deber
ciudadano, pero también un derecho de cada persona de conocer las raíces de los
problemas y prepararse para tomarlos en consideración, cuando los eventos
ocurren.
Los desastres -entendidos
como la concreción de una amenaza en una localidad vulnerable-, ocurren muchas
veces, sin un aviso previo y por eso es importante que desde el nivel
geográfico local (micro) hasta el nivel nacional y regional (macro), se
propicien espacios organizativos orientados a la prevención de riesgos y desastres
como también la atención de situaciones ocasionadas por estos.
Es importante
resaltar que el riesgo a desastres está conformado por condiciones de
vulnerabilidad con respecto a distintas amenazas que, de no ser modificadas
(reducidas o eliminadas), terminan por ocasionar daños y pérdidas por afectar a
seres humanos, a otros seres vivos y al mismo ambiente. Las amenazas suelen ser
clasificadas en: naturales, socio naturales y tecnológicas.
El ser humano
debe estar preparado para oponerse a las distintas manifestaciones del riesgo;
la organización es una instancia necesaria para enfrentar cualquier situación,
sin embargo, la mayoría de las veces, no siempre predomina una actitud de
previsión. (Alpízar Marín, María Lorena, 2009).
Por lo dicho, los desastres deben mirarse
desde una nueva perspectiva.
o
No
son naturales ni sinónimos de peligros o amenazas.
o
Se
manifiestan cuando existen condiciones de vulnerabilidad.
o
Son
problemas no resueltos del desarrollo, por ello deben solucionarse desde los
procesos de desarrollo.
o
Afectan
los procesos de desarrollo sostenible.
Moira Alessandro
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