jueves, 11 de julio de 2013

MENDOZA. CIUDAD AMENAZADA POR ALUVIONES

La ciudad de Mendoza se encuentra a los 32º 53’ 30’’de latitud sur y a los 68º 50’ longitud oeste.
Se halla en el piedemonte, en la unión del glacis principal con la playa. Este sitio la convierte en una ciudad propensa a sufrir aluviones. Tiene una posición de encrucijada. La ruta nacional nº 40 la comunica con todo el oeste argentino, Se encuentra en una ubicación central entre los dos extremos, al norte, la ciudad de La Quiaca y al sur, Ushuaia.
La ruta nacional nº 7 la comunica hacia el oeste con Santiago (Chile) y con Buenos Aires, al este.
Esta posición relativa le ha permitido ser el principal centro urbano de los oasis cuyanos. Es nudo de Comunicaciones, principalmente, entre el Atlántico y el Pacífico y urbe estratégica en el marco del MERCOSUR.
En la jerarquía urbana nacional, constituye una metrópoli regional que cuenta actualmente con 850.000 habitantes aproximadamente.
El Gran Mendoza está constituido por los departamentos Capital, Godoy Cruz y sectores de Las Heras, Guaymallén, Maipú y Luján de Cuyo.
El problema aluvional es muy grave porque somete a constantes riesgos al núcleo central del oasis norte de la provincia en el cual se asienta la ciudad capital de Mendoza.
No se trata de un fenómeno nuevo. En verdad es precolombino pero de dicho período solo existen dudosas interpretaciones que no ayudan a la comprensión de los problemas actuales. Las primeras evidencias son, sin dudas, posteriores a la fundación de la ciudad de Mendoza por Pedro del Castillo en 1561 y en la seguridad
que en el mismo año los pobladores comenzaron a experimentar los efectos destructivos de las aguas procedentes del piedemonte. Mal situada desde el principio, la ciudad debió ser trasladada por Juan Jufré a la otra banda del Zanjón (hoy Cacique Guaymallén), un poco al suroeste del asentamiento primitivo. Para la toma de decisión fueron suficientes las lluvias caídas en el período, sin duda veraniego, 1561-1562. Hay más de una interpretación relativa a este accidente hídrico pero lo cierto es que ya el 8 de abril de 1562 había preocupación por los aluviones y recomendaciones para ponerles remedio.
Son numerosos los testimonios de aluviones registrados en las actas del Cabildo pero también muchos los que deben faltar sin duda debido a la irregularidad de las sesiones. Más cuando durante los períodos de los aluviones existían recesos del cuerpo pues los cabildantes debían atender problemas prioritarios de sus propiedades privadas. Con el crecimiento de la ciudad y la aparición de medios de información cada vez hubo más noticias y también relatos catastróficos. El día 13 de febrero de 1856 el diario El Constitucional comunicó: un diluvio que había inundado la ciudad tres días ante. “La intensa precipitación hizo que los arroyos que atravesaban la trama urbana, como el denominado Flores, se derramaran y convirtieran a las arterias en torrentes incontrolables... son incalculables los males causados por la extraordinaria inundación
del domingo a la noche que bajó de la sierra”.
“Gran cantidad de casas se han derrumbado y en calle San Nicolás se ha cavado un zanjón destruyendo todas las casas a la vera. La población de Mendoza ofrecía un espectáculo terrorífico. Por la calle que bordea el Tajamar la corriente llevaba árboles, arbustos, restos de casa y cadáveres de hombres y animales. El cauce del Tajamar y del Jarillal desaparecieron nivelados a 0. Las aguas se estrellan con gran violencia contra la ciudad y se derrama por las calles del suroeste llevando a su marcha invasora hacia el noreste, para precipitarse en el zanjón, que es el desagüe de todos los terrenos de la ciudad”. Los ahogados fueron 20.
La segunda etapa corresponde a la posterior a la construcción de los diques. Se dispone de más información oficial, periodística, además de mucha observación directa con la cual la comprensión del fenómeno se va tornando más accesible.
Comenzó en el año 1934 con la construcción del dique San Isidro para defender especialmente el departamento de Las Heras. En 1939 se construyó la segunda gran obra de defensa aluvional, el dique Frías. Los diques Maure y Papagayos fueron inaugurados en 1942 y 1944 respectivamente.
La compuerta de madera es la principal defensa en
zonas bajas. Cuarta Sección. Capital, Mendoza
Luego de construidas, los aluviones continuaron dando pruebas de las fallas de las presas.
El 4 de enero del año 1970 se produjo uno de los mayores aluviones registrados. Una tormenta se precipitó en la Precordillera al oeste de la ciudad de Mendoza dando lugar a fuertes correntadas por los zanjones Frías, Maure, Papagayos y San Isidro; es decir, por todas las cuencas que se vuelcan al Gran Mendoza. La más peligrosa fue la del Frías, que destruyó el dique protector. El agua se precipitó enseguida en impresionante avalancha que incrementó la dimensión de la catástrofe.
El drama comenzó a las 18.38 hs cuando la fuerte correntada inundó la ciudad produciendo grandes daños materiales. La destrucción fue enorme; en algunos sectores, como en el barrio San Ignacio, las aguas arrastraron la totalidad de los troncos de madera de un aserradero, derribando éstos las paredes de las viviendas que encontraron a su paso. En distintos puntos de la ciudad se avistaron personas llevadas por las aguas, vivas o muertas. Muchos edificios antiguos se desplomaron por efectos del agua que se acumuló hasta llegar a dos metros de altura. Según datos oficiales el número de víctimas fatales fue de 37.
El aluvión alcanzó su mayor potencia a las 19.30 y hasta las 21.15 no dio respiro a la sorprendida y atemorizada población. Durante la noche se repitieron lluvias violentas hasta la madrugada. Al amanecer el espectáculo que ofrecían las calles céntricas era desolador, con un notable embanque, losas desprendidas, árboles y cables caídos y un gran número de automóviles, mercaderías y muebles arrastrados y enlodados. Las precipitaciones alcanzaron a 80 mm en la ciudad, y 100 en Godoy Cruz. El Frías condujo un caudal estimado en los 200 m3/s. El total de personas accidentadas fue estimado en más de 1.500.
Desde esta fecha y hasta la actualidad, se han producido diversos eventos; ninguno de la magnitud del relatado. El más reciente ocurrió el 25 de enero del 2007.

Un fenómeno natural complejo
Los aluviones tienen origen en un régimen de precipitaciones particular combinado con factores geomorfológicos, geológicos, edafológicos, hidrográficos, topográficos, fitogeográficos y antrópicos. El clima es el motor que pone en movimiento todo el sistema pedemontano.






La atmósfera mendocina es particularmente pobre en agua. Esto es explicable por la existencia de la inmensa cordillera de los Andes que interfiere las corrientes de aire húmedo del Pacífico y las transforma en aire seco, (Zonda), creando un cuadro típicamente seco a sotavento, y la gran distancia del Atlántico, cuyas masas de aire húmedo, cuando llegan a la zona, lo hacen bastante disminuidas en la cantidad de agua.
Durante el verano, época de aluviones, pueden registrarse de 25 a 30 días con lluvia con un total de 110 mm. La precipitación media anual es de 200 mm y el 50% son productos de procesos frontales (fríos, calientes, de altura e inestabilidad). Los no frontales (orográficos, convección pura, convergencia) son menos frecuentes.
Mediante un análisis de las precipitaciones por el método de Thornthwait se comprueba que no satisfacen las necesidades de la evapotranspiración, en consecuencia no pueden colmar la capacidad de almacenamiento de los suelos ni dar lugar a escurrimiento superficial, bajo cualquier forma (ríos o arroyos) o depósitos (lagos, lagunas, pantanos). Pero los aluviones son reales, frecuentes, peligrosos y requieren una explicación.
En primer lugar se debe señalar que se trata de un fenómeno discontinuo en el espacio y en el tiempo. Un aparato hidrográfico como los uadis San Isidro, Papagayos, Frías y Maure, espaciados en un tramo de 10 Km., pueden funcionar varios años seguidos, mientras los demás permanecen en absoluta calma y luego entran en períodos de receso por varios años. No es raro observar crecidas extraordinarias en uno de los zanjones que entre Las Heras y Godoy Cruz atraviesan la zona urbana (calle San Martín) mientras otros permanecen, al mismo tiempo, funcionando normalmente o secos. La discontinuidad espacial pone de manifiesto que los mismos son generados por precipitaciones intensas, muy irregularmente distribuidas en el espacio. La irregularidad se manifiesta, también, por la alternancia con que dichos fenómenos se presentan.
Sin lugar a dudas, la mejor descripción de los aluviones es la realizada por Roig, mediante el texto que se transcribe: “Luego de la lluvia se produce el aluvión. Polanski (1966) lo define como flujo, rápido y turbulento de aguas turbias, cargadas con clastos de distintas rocas que se producen en zonas áridas azotadas por tormentas estivales.
Terminada la lluvia el aluvión se anuncia a lo lejos por un ruido sordo que semeja truenos apagados y continuos. Es la masa de agua de color ocre, cubierta de espumas que arrastra en su seno arena y rocas. Avanza el agua descontrolada atropellando cuanto encuentra, dando terribles golpes contra las barrancas que se le oponen, saltando sobre las rocas que emergen en el lecho con estrépito; se ve entonces como se desprenden trozos enteros de barrancas que se desploman sobre las aguas. Es lo que los lugareños llaman el golpe de la creciente. Luego viene la vena líquida continua que sigue la primera masa de agua que carcome la base de las barrancas provocando nuevos derrumbes que arrastran en su caída árboles y arbustos... y luego, repentinamente cesa la violencia, disminuye el caudal hasta transformarse en una simple acequia que desaparece embebida por las arenas del cauce. Todo puede ocurrir en cortos tiempos que al espectador parecen eternos.
Queda el río nuevamente seco, sin agua y así permanecerá seguramente hasta el verano siguiente.
Los aluviones son tan irregulares como las lluvias. Así pueden no afectar todo el curso del río, muriendo mucho antes de alcanzar la playa. Ello depende, como es lógico, del caudal y de la longitud del cauce a recorrer. Esto pudimos comprobarlo en una intensa lluvia que nos sorprendió en el Salto, en la Estancia de San Isidro, el 14 de enero de 1964, que provocó un aluvión que colmaba el ancho del río seco frente al casco de la estancia, aluvión que a pesar de su magnitud no alcanzó al complejo urbano de Mendoza, desapareciendo en el trayecto.
Los aluviones de piedemonte, frecuentes e intensos en Mendoza, son fenómenos complejos y peligrosos. Hasta ahora no se ha practicado ninguna metodología eficiente para impedirlos. Pero si hay formas de minimizar sus efectos y consecuencias, mediante obras antialuvionales bien concebidas y una cuidadosa selección de sitios convenientes para emplazarlas, con el fin de desarticular los torrentes.
La confección de una carta de riesgos es prioritaria. En segundo lugar, las obras requieren planes adecuados fundados en un conocimiento correcto de los procesos aluvionales. Los enfoques deben ser sistémicos, los temáticos no han dado buenos resultados.
Las consecuencias de los aluviones las padece toda la comunidad, para el control se requiere de la colaboración de toda ella, debidamente concientizada mediante una educación eficiente.
Ninguna solución que se proponga podrá ser definitiva porque los procesos aluvionales se modifican constantemente y la conducta de las personas también.
Todo el piedemonte es riesgoso. En el ámbito de los glacis por violencia de los escurrimientos y en la playa porque la debilidad de las pendientes acrecientan las inundaciones.
Las variables sociales son fundamentales a la hora de prevenir o mitigar los riesgos. Las soluciones al problema aluvional no pueden centrarse sólo en la ingeniería.
La carta de vulnerabilidad orientará a quienes tengan poder de decisión para determinar dónde deben fortalecer las políticas sociales en materia de equipamiento, vivienda, trabajo, etc. Así los distritos Sarmiento, ciudad de Godoy Cruz y El Plumerillo presentan un estado crítico.
El riesgo es el resultado sinérgico del peligro y la vulnerabilidad; mientras este concepto no se internalice, se errará en la búsqueda de soluciones, ya que carecen del holismo necesario para disminuir la entropía.


(Fragmento de Riesgo de inundaciones en los  piedemontes  Andino y Serrano)

Fuente: Capitanelli, Ricardo (Director) (2008)  Riesgo de inundaciones en los  piedemontes  Andino y Serrano, IPGH-OEA, CCMA, Mendoza.

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